Después de muchas semanas de sospecharlo, descubrí que mi mejor amigo había revelado muchos secretos que había prometido fielmente guardar. Si bien es cierto que mi mundo se cimbró porque creía en el corazón de las personas, también me sirvió para anotar mis ideas sobre la amistad, sentimiento que presumiblemente debe ser sagrado.
Ahora todo el mundo te llama amigo por algún suceso insignificante que haya sucedido entre los dos, pero olvidan que la amistad es más que el trato superficial entre "tú" y "nosotros" y que consiste en procurar siempre el bien del otro sin que a tI te importe secundar tus necesidades a las del ser querido.
El ser amigo de alguien es informarle sobre las cosas que hace mal, pero teniendo la suavidad y el trato de un príncipe, ayudarle si lo necesita y reconfortarlo si esos sucesos le hicieron daño.
El verdadero amigo demuestra con un elogio salido del corazón el orgullo que siente porque su otro amigo triunfe o simplemente se vea bien. Visto desde el ángulo frívolo, un amigo siente una suave atracción por el otro sin que esto signifique nada más que quererlo como es y aún así ayudarlo a ser una persona mejor cada día.
Un amigo no ve en ti la ropa que usas, ve las cualidades que vistes.
Un amigo nunca critica, sólo recomienda.
Un amigo te presume con orgullo, como si fueras para él la posesión más preciada.
Un verdadero amigo jamás te haría daño, ni aunque fuera "por tu propio bien". De hecho, preferiría morir antes que tocarte un solo cabello.
Un amigo ve en ti quien de verdad eres.
Un amigo te extraña, pero a la vez te siente cerca de sí.
Y lo más importante:
UN AMIGO JAMÁS TE TRAICIONA.
Aclarando estos puntos sentí mucho alivio, ya que me percaté de que sólo se acercaba a mí por interés.
Sin embargo una pregunta quedó en el aire:
¿QUIÉN ES TU VERDADERO AMIGO?